Fuente: laestrella.com.pa/Marlene Testa
En el tapón de Darién, cada cuatro horas y media se produce un acto de violencia sexual. “Vi que muchas fueron violadas. Las vi salir desnudas y golpeadas. Te agarran una, dos y tres personas y te violan”, dice una sobreviviente.
Darién es una jungla donde los migrantes pueden resbalar por empinados caminos, caer en un abismo o ahogarse en ríos que aumentan sorpresivamente su caudal. Pero a las dificultades naturales se suma la presencia de grupos criminales que controlan la ruta, roban, secuestran y ejercen violencia sexual.
Las estadísticas de organizaciones humanitarias que están colaborando con los migrantes en la selva darienita demuestran que entre enero y febrero de 2024, se registraron prácticamente la mitad de todos los casos de violencia sexual que se dieron el año pasado.
En los dos primeros meses del nuevo año, 73.000 migrantes atravesaron la frontera que Panamá comparte con Colombia. Cerca de 5.000 reciben mensualmente atención médica y de enfermería. Otros 300 acuden para atención de salud mental y un poco de 2.000 acuden por curaciones básicas.
Las cifras que estremecen son las que representan la violencia sexual. En enero se reportaron 120 casos de sobrevivientes. La cifra preliminar de febrero no es mejor: 200. Eso significa que en los dos primeros meses se reportó el 48% de todos los casos que hubo el año pasado: 676.
La mayor parte de los actos violentos son contra mujeres, pero también contra hombres y niños. Los números de los sobrevivientes de violencia sexual, en el paso migratorio, han venido aumentando súbitamente. Por primera vez, en octubre pasado pasaron de dos a tres cifras: 107. Al siguiente mes (noviembre) registraron una baja: 65. Diciembre, sin embargo, fue el mes más violento: 214.
En los últimos meses y cada vez más a menudo, los pacientes describen eventos masivos de violencia sexual, en los que, unas horas después de cruzar la frontera, criminales armados retienen a grupos de hasta 200 caminantes en la selva, los obligan a desnudarse y cometen todo tipo de vejaciones que van desde tocamientos hasta violaciones, reportó la organización Médicos Sin Fronteras, en diciembre pasado.
“Exigimos acciones efectivas por parte de los gobiernos para garantizar la seguridad y la dignidad de las personas migrantes en la selva de Darién. Nadie debería enfrentar esta ni ninguna forma de violencia por migrar”, denuncia Carmenza Gálvez, coordinadora médica de la organización, en el sitio web de la organización.
Elías Cornejo, de la organización Fe y Alegría, señaló que la movilidad humana irregular expone a las mujeres a situaciones de trata y tráfico de personas, abusos sexuales y laborales, secuestros y discriminación.
“La migración vista así es un drama que tiene que ver con la seguridad de la vida misma”, indica. Advierte que el tema de la violencia sexual es algo que debe ser tomado en cuenta de forma urgente. “Lo criminal es el coyotaje, el tráfico, no la migración en sí misma”, aclara.
Una de las mayores preocupaciones de las organizaciones humanitarias es el subregistro, porque cuando ocurre este tipo de situaciones las personas deben atenderse antes de 72 horas para evitar el contagio del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y otras enfermedades de transmisión y embarazados no deseados.
Alberto Agrazal, de la Red Clamor, explicó que la violencia sexual en Darién es el reflejo de una profunda crisis migratoria que necesita ser abordada desde un enfoque humanitario. Y más allá de un enfoque de seguridad, que corta las posibilidades de un acompañamiento sensato a las víctimas.
“La deshumanización de las personas migrantes es uno de los efectos de este enfoque de seguridad, en el que no se busca una solución de raíz y en el que se necesita un estado que abogue para que puedan migrar de manera segura, sin necesidad de pasar por la selva”, comenta Agrazal.
Las estaciones temporales de recepción migratoria son campamentos establecidos por el Gobierno panameño donde los migrantes son registrados por el Servicio Nacional de Migración (SNM) y sus equipajes revisados por autoridades. Allí, los migrantes son atendidos por varias organizaciones humanitarias. Los que llegan a los puestos de atención concuerdan que no estaban preparados para las dificultades naturales ni la violencia.
Fuente: laestrella.com.pa/Marlene Testa